17 nov 2009

Veo el humo de su cigarrillo entre la gente, veo sus pies entre esos que van rápido a sus casas para no encontrarse con ese otro que le rompió el corazón o hizo sentir mal. Veo sus brazos balanceándose al ritmo de su paso, largo, rápido, lleno de sentimientos que él solo cree que es capaz de sentir.
Veo como su cuerpo, apurado, se aleja. Se aleja cada vez más, pero en realidad, está cada vez más cerca. Cerca de ese alma mía en oferta que nadie quiso comprar por un precio menor al de la otra época.
Veo, veo, siento también. Y, como ya es demasiado para mi, trato de cuidarme y fijar la vista en el camino que me lleva a casa. Quizás acompañada de alguien y entreniendome, quizás con nadie, solo conmigo misma, apurada, llena de rutina e inventando otras para no ver ni sentir más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario